Monseñor Ramón Zubieta

Misionero en Filipinas

“Ay de mi si no evangelizara”

Ramón Zubieta ansioso de predicar, vive su primera experiencia misionera en Filipinas, es un misionero abierto, une la fe y la promoción humana,  desea encarnarse y conocer la cultura de las comunidades a las cuales se enfrenta, aprende sus lenguas y costumbres, dedica largo tiempo a dialogar con ellos, impulsa la promoción de la salud, la educación, mejoramiento en el cultivo.  Producto del movimiento de independencia  que se vivía en la región es tomado preso junto a otros compañeros sufriendo hambre, tortura, finalmente es liberado.

Misionero en la Selva Amazónica

“Hay en esta región otra riqueza que es para el misionero más apreciable: las innumerables tribus que  pueblan los valles”

Ramón Zubieta comienza su misión conociendo la realidad de la selva, se enfrenta a su geografía impresionante, desconocida y peligrosa y esto con medios escasos y rudimentarios, que no facilitaban el transporte, ni la comunicación. Su creatividad y amor a la gente hacen que se acerque como amigo, en  este proceso se revela su gran humanidad y  respeto a las personas.

Misionero y profeta

“Saben los nativos que el misionero no será si su dueño, ni su patrón, sino su padre cariñoso, que los protegerá contra todos los abusos de que son objeto en muchos lugares, donde no hay más autoridad que la fuerza bruta”

Ramón, gracias a su profunda espiritualidad y compasión dominicana es  capaz de percibir la injusticia y los atropellos de los que eran víctima los nativos a causa de la explotación de caucho, eran apresados por y llevados a los campamentos a trabajar.  Denuncia los hechos ante las autoridades exigiendo protección para los nativos que son tratados como fieras resultando muertos algunos y otros esclavos.

Un Misionero que valora el aporte femenino en la misión

“Me conmovió profundamente la situación de la mujer en la selva. Desde ese momento se me clavó en la mente y en el corazón la idea de remediar tanta vileza y no veía otra manera de introducir en el apostolado de la Montaña la colaboración de religiosas”

Ramón percibe  el rol decisivo de la mujer  en la evangelización y formación de las mujeres de la selva, sólo las misioneras podrían llegar a ellas. Es por ello que se dirige a Huesca a buscar religiosas para este osado proyecto,  la presencia de  religiosas misioneras en la selva que  asumieran las difíciles condiciones para entrar y vivir en ella.

Un misionero creador de comunión

Ramón Zubieta es un hombre profundamente comunitario, capaz de convocar, acompañar, entusiasmar y alentar la creatividad y esfuerzos comunes.  Propiciaba la vida fraterna, trataba de unir a la comunidad de misioneros para tener una mirada conjunta en el proyecto misionero.

Un misionero con una espiritualidad encarnada

“No les hablo de la  oración de quietud, de unión, eso queda para espíritus contemplativos, tranquilos y sosegados; mi alma templada en los sufrimientos de toda clase, de tribulaciones se contenta con unirse a Dios cumpliendo su  Divina voluntad.”

Ramón Zubieta  nutre su espiritualidad de todas las experiencias misioneras que vive, dificultades, dolores, gozos. El encuentro con los nativos es motivo de acción de gracias, sabía descubrir la  presencia constante y amorosa de Dios en las cosas, situaciones y personas que se encontraba.

Un misionero con mirada de futuro

“Creo de tan trascendental importancia la Obra que tenemos a nuestro cargo, que me parece que es lo único bueno que he hecho en la vida”

Ramón funda la Congregación junto a Ascensión Nicol,  fue una obra creada con amor, acompañada con cuidado e impulsada con optimismo y esperanza. Su fe en las misioneras era un faro luminoso, le daba la certeza de que la formación y la evangelización de la mujer de la selva era la base de la transformación de la familia y  la sociedad. Este sueño de Monseñor Zubieta estaba asegurado con la Congregación de Misioneras que fundó.