Súplica del torturado…
“El Padre Zubieta se pone de rodillas, y se inclina con la mansedumbre de un cordero ante el matador, y el renegado ministro Katipunan, repuesto del susto con el ejemplo de la víctima, comienza su faena y redobla su coraje” (Fr. W.F) “como perros de presa me rodean, me acomete una banda de malvados. Más tú Señor, de mí no te separes, auxilio mío, corre a socorrerme” (Salmo 22) Desde