¿Qué significa ser MDR en Mozambique?
- Hnasmdro
- agosto 24, 2019
- Experiencias MDR
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La vocación misionera a la que Dios me llamó, la fui descubriendo desde mi juventud a través de testimonios de personas entregadas fuera de su país y en revista misioneras, sentí en mi corazón que era mi responsabilidad de bautizada. Participé en algunos grupos juveniles y grupos bíblicos de mi parroquia hasta que descubrí que Dios me llamaba a una vocación ad-gentes, busqué algunas Congregaciones misioneras y Dios me orientó a mi querida Congregación de Misioneras Dominicas del Rosario. Cuando estaba hacer la experiencia de Enfermería Rural en la selva ecuatoriana (La Joya de los Sachas) me gustó mucho el trabajo de acompañamiento a las comunidades cristianas de la selva, que las hermanas realizaban.
Entré en la Congregación después de terminar la experiencia rural. Durante toda mi formación me sentí identificada con el llamado que Dios me hacía y la forma de ser de las Misioneras Dominicanas. Me cuestionaba cuantas hermanas españolas dejaron su país y se entregaron totalmente en nuestras tierras hasta dar su vida, porque nosotras latino-americanas no podíamos compartir nuestra vida y fe con otros pueblos diferentes al nuestro.
Cada vez que tenía oportunidad presentaba esta inquietud al consejo provincial y a las hermanas que hacían visitas canónicas. “Es necesario compartir desde nuestra pobreza, las hermanas de Ecuador somos pocas, pero el compartir enriquece a la persona y a la provincia, nosotras somos misioneras, y misioneras ad-gentes, nuestros fundadores dejaron su vida cómoda y dieron inicio a nueva aventura”.
En el año 1997 cuando estaba en el segundo año de juniorado fui enviada para Mozambique, mi corazón quedó contento pero a la vez con grande desafío de enfrentar nueva experiencia y un poco de miedo para adaptarme a nuevas realidades, coloque todo en las manos de Dios y ahí fui con mucha esperanza. El choque cultural, eclesial y laboral fue fuerte, pero con la ayuda de mis hermanas conseguí superar y caminar aprendiendo con el nuevo Pueblo que me acogió con mucho cariño, siento que tengo una nueva familia, y familia grande sin diferencias de razas, lenguas ni culturas, los corazones nos unen y la fe en Jesús a quien seguimos.
En la comunidad en la que vivo somos 4 hermanas: 1 portuguesa, 1 de Tanzania, 1 mozambiqueña y la que escribe ecuatoriana, nos esforzamos cada día en vivir la unidad en la diversidad, a veces lo conseguimos y otras veces no, pero caminamos. Es una grande riqueza cuando nos aceptamos y respetamos nuestras diferencias. La vida comunitaria ya es evangelización y es la fuerza para la misión.
Que nuestros fundadores y nuestras primeras hermanas nos animen para salir a nuevas experiencias, salir a los “nuevos Maldonados”, salir a las periferias donde están los más pobres como dice el Papa Francisco. Desde estas tierras africanas Mozambique Milange, acompañamos el camino que hicieron nuestras primeras hermanas hace 100 años, a través de los documentos y experiencias compartidas en el internet. Gracias hermanas por esta grande riqueza que heredamos y que nos desafía.