Te miraba fijamente, sí, lo estoy, sin cesar. ¡Oh, qué belleza es esto, que mi alma está en PAZ! En el silencio de la noche, Le susurro mi dolor y mis dificultades en Sus oídos. Oh, qué dulce Amante que me sostiene en paz.
Que más busco; ya tengo todo; Te tengo, Jesús, mi Divino Prisionero de Amor. Su abrazo es mi LUZ. Su silencio es mi descanso. Su calma es mi curación. Quiero estar más a tu lado. Quiero desearte solo.
Quiero darte mi vida entera; tú solo. ¿Qué consuelo con ese abrazo que sacia la sed de mi alma? Qué amor tan real y puro, oh dulce, querido Jesús. ¡Déjame vivir para ti hasta mi último aliento!