JESÚS, MI DIVINO PRISIONERO DE AMOR

Te miraba fijamente, sí, lo estoy, sin cesar.
¡Oh, qué belleza es esto, que mi alma está en PAZ!
En el silencio de la noche,
Le susurro mi dolor y mis dificultades en Sus oídos.
Oh, qué dulce Amante que me sostiene en paz.

Que más busco; ya tengo todo;
Te tengo, Jesús, mi Divino Prisionero de Amor.
Su abrazo es mi LUZ.
Su silencio es mi descanso.
Su calma es mi curación.
Quiero estar más a tu lado.
Quiero desearte solo.

Quiero darte mi vida entera; tú solo.
¿Qué consuelo con ese abrazo
que sacia la sed de mi alma?
Qué amor tan real y puro, oh dulce, querido Jesús.
¡Déjame vivir para ti hasta mi último aliento!

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