Entendiendo el mensaje de la vida diaria, aprendiendo a amar más mi vocación.
- Hnasmdro
- agosto 30, 2021
- Experiencias MDR
- 0
- 453
Los cristianos a menudo hablan de tener una “vocación” o de ser “llamados”. Es probable que muchos de nosotros estemos familiarizados con historias de “llamado” y cómo un individuo fue llevado a convertirse en religioso.
Nosotros, las dominicas, profesamos obediencia y abrazamos una vida de pobreza y castidad por el bien del Reino. Abrazar la vocación se hace en Dios y no solo para uno mismo, sino también para servir a los demás. El lugar de trabajo donde una persona vive una vocación es un campo misionero para la evangelización. Nuestro testimonio y el compartir nuestra fe son de hecho nuestra forma más verdadera de compartir las Buenas Nuevas, de servir a los demás.
La “vocación” se basa en la idea de que cada persona tiene fortalezas y dones únicos con los que puede hacer una contribución positiva al bien de la comunidad. Cada uno de nosotros tiene intereses y pasiones que pueden impulsarnos en direcciones de servicio y creatividad. Al vivir nuestra vida como respuesta a una llamada, encontramos sentido en nuestro trabajo y le damos un propósito a nuestra vida. Entonces, un sentido claro de la vocación o llamado de uno implicará lo siguiente:
- Descubrimiento en el campo del trabajo que utiliza dones y fortalezas para servir a los demás.
- Que nuestro día a día, es una posibilidad de llegar al pueblo de Dios.
- Nuestro amor a Dios nos impulsa a estar presentes en nuestra tarea aparentemente rutinaria.
- Encontrar significado en lo que estoy haciendo ahora mismo, ya que estamos llamados a ser estudiantes, profesores, líderes, etc., aquí y ahora.
- Reconocer que la vocación no es estática ni se limita a mi trabajo. La vocación también incluye mis relaciones, cuyos efectos y causas definen mi presencia y trabajo como voluntario más allá del lugar de trabajo.
- Una sensación de alegría, de que una tarea o tipo de trabajo en particular es lo que se supone que debo hacer con mi vida en este momento en particular.
- La afirmación de otros que animan y reconocen el trabajo que estoy haciendo, la contribución a mi propio ser y hacer como miembro de mi comunidad, misionero.
Los dones son dones de Dios. Son necesarios para cumplir con el llamado de Dios. En la carta de 1 Pedro 4:10 dice: “Cada uno de ustedes debe usar cualquier don que haya recibido para servir a los demás, como fieles mayordomos de la gracia de Dios en sus diversas formas”.
Cualquiera que sea nuestro llamado, estamos llamados ante todo a una vida de santidad. Antes de que naciéramos, Dios tenía un plan para cada uno de nosotros. Nada nos hará más felices que seguir este plan que Dios ha preparado para nosotros. Vivimos en una sociedad que nos dice que vivamos de forma independiente por nosotros mismos, que nos dice que busquemos nuestra propia felicidad. Sin embargo, seguir la voluntad de Dios es el camino más seguro, donde realmente podemos ser felices. Solo buscando la voluntad de Dios podemos experimentar la vida al máximo. Como dijo Jesús: “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Juan 10:10
Hermana Maria Melinda R. Sienes, OP
Comunidad Reina dela Paz
Baliwasan, Zamboanga, Filipinas.