Jesús nos mostró al Dios que no pide recompensas a cambio de cuidarnos, de llenarnos de sus bendiciones y dones. Sería bueno que dejáramos de pensar que Jesús murió en la cruz para limpiarnos de nuestros pecados. Porque eso significaría que Dios para perdonarnos necesitó de la muerte de su propio hijo, y esa imagen no cuadra con Dios amor pleno e incondicional.
Ser fiel a Dios no es sufrir, no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a los crucficad@s de hoy por muchos males, de manera especial a las víctimas de la pandemia que va dejando tantos corazones rotos.
Este domingo de ramos no hubo procesiones en las calles, pero lo podemos hacer en nuestro corazón. Es un día de interiorización.
En cada un@ podemos encontrar los olivos y los ramos y dar la bienvenida a Jesús desde el fondo de nuestras almas. Es tiempo de silencio y oración para resucitar en familia renovados y llenos de esperanza.