DESDE MACAO NOS COMPARTE NUESTRA HERMANA TERESA ERREA
- Hnasmdro
- enero 19, 2021
- MZ_ESPAÑOL
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He tenido la suerte de tener que trabajar un poco, con lo escrito y vivido por el Padre Fundador durante los primeros años de la Congregación, justo el tiempo en el que se ve cómo pensaba, vivía y actuaba. Por eso me atrevo a comentar lo que, de esa lectura me ha impactado.
Ciertamente impresiona descubrir su personalidad sencilla, su carácter valiente, su actuar honrado, su afectividad a flor de piel, cualidades todas que no solo valen para admirar y valorar, sino que nos retan a tratar de vivirlas.
Tuvo que dejar su tierra muy joven, sin saber muy bien las consecuencias, llevado por el deseo de dar sin contar lo que daba. Sería una pena que esa generosidad se estuviera enturbiando en los tiempos en que nos toca vivir y empezásemos a contar lo que damos.
Le tocó sufrir y de qué manera las consecuencias de la política de su patria, pero en lugar de arredrarse, cuando de nuevo supo que le iban a enviar a otro país con la misma historia de colonización, no dudó en aceptar y volver a decir adiós, esta vez posiblemente ya para siempre, a su anciana madre; con qué cariño le dice que debe de volver a marcharse sin ocultarle la pena que siente al dejarla.
Aunque en esta segunda experiencia, las cosas en cuanto a política se refieren, fueron muy diferentes, demostró con sencillez y claridad que a Dios no sólo se le sirve en el templo, que hay que buscarlo, como dice nuestro actual Papa, en la calle, entre la gente y vaya que si lo buscó entre los más vulnerables.
Para llegar hasta ellos se sirvió de los dones que el Señor le había regalado. No se quedó sentado rezando, para que las cosas se arreglasen, sino que supo conquistar al Gobierno con sus planos, dibujando caminos para lograr acceso a zonas antes inalcanzables. Qué bueno será que allá donde estemos, cada una con los dones que todas tenemos, no pensemos en “guardarlos” sino que los pongamos totalmente al servicio de los hermanos.
Y por fin, lo que nos toca de forma especial a nosotras. Cuando las “monjas” solo valían para hacer velas, limpiar los dorados de la capilla y barrer el suelo, el vio la necesidad de mujeres para que su obra evangelizadora pudiera tener continuidad.
Tuvo que sufrir el que lo llamasen poco menos que loco… pero gracias a aquella locura muchas mujeres y de muy diversos países hemos encontrado el camino para vivir nuestra vocación misionera. Gracias Padre Fundador.
Hermana Teresa Errea
Macao