“Que practiques la justicia, ames con ternura y camines humildemente con tu Dios” (Mq 6,8)
Para mí, haber renovado mis votos, mi opción de vida religiosa, en tiempos de pandemia es un agradecer por mi vocación y la de mis compañeras Frania, Eveling y Yaneth que desde diferentes lugares y países nos unimos desde la distancia para seguir confiando en el Dios del amor que nos sigue llamando a hacer vida lo que dice el profeta Miqueas. Siento que esa invitación es un reto que como seguidoras de Jesús debemos asumir, no solo por la pandemia, sino también por la manera que la estamos viviendo en el mundo y desde mi experiencia en Nicaragua. Es una realidad difícil; se une a una crisis política, social y económica por la que el país está pasando y que está dejando tantas heridas, a las cuales me siento llamada a acompañar en su proceso de sanación.
Decir sí una vez más, es creer que aun en medio del dolor y de la incertidumbre hay esperanza de que es posible un mundo más humano. Practicar la justicia ante tanta injusticia, amar con ternura, armonizando la vida con todos y todas y con todo, y vivir desde el sentirme amada por el Dios Padre-Madre es la experiencia que le da sentido a mí ser y estar. Un camino que no recorro sola, sino con mis hermanas de comunidad, la congregación, la familia y con tantas personas que son parte de mi vida. Todo esto me hace sentir y ser una mujer consagrada, feliz y desde aquí deseo seguir colaborando para hacer presente el Reino de Dios en medio de nuestros pueblos.