Hoy celebramos la fiesta más grande de nuestra fe. Para mí este día es el más importante de todas las fiestas y celebraciones litúrgicas.
En la resurrección encuentro un matiz más profundo y pleno que el mismo nacimiento, porque es hermoso que Jesús haya venido a la tierra, que Dios se haya hecho uno de nosotros, pero aún más hermoso y pleno es que Jesús siendo hombre como nosotros, ha resucitado. Esto da sentido a la vida. Ya no hay muerte, la vida está ya presente desde ahora en cada uno. Tenemos la certeza de que resucitaremos.
Jesús ya había alcanzado la vida antes de morir y él fue consciente de ello. Le dijo a la mujer Samaritana “yo soy el agua viva”, le dijo a Nicodemo que Él había nacido del Espíritu, también dijo “yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”.
Esta alegría de la resurrección nos sostiene en pie en medio del dolor insondable de tantos hermanos y el peligro de ser contagiados por el virus. Si Dios está con nosotros ¿qué podemos temer?
Unamos fuerzas, avivemos nuestras zonas muertas. Juntos resucitaremos de la cuarentena y al fin habremos aprendido que todos somos uno en el UNO que es Dios, y podremos sonreír con el corazón en paz.