Se nos presenta a Jesús integrado al pueblo judío. José y María llevan a Dios la ofrenda que llevan los pobres, un par de tórtolas. También observamos a dos ancianos (Simeón y Ana), que pasaron su vida, esperando con los ojos abiertos para descubrir al que trae la liberación. Simeón va movido por el Espíritu Santo al templo. Todo lo que sucede a Jesús y a su alrededor está movido por el mismo “Ruah” de Dios, que lleva adelante la liberación de su pueblo. La voluntad de Dios se va manifestando y cumpliendo paso a paso.
¿Qué podría significar para nosotros esta fiesta hoy? Todo lo que Jesús fue e hizo es fruto de su desarrollo, desde su infancia, en total contacto con su religión judía. Gracias a ello logró esa experiencia tan profunda con su Padre Dios. Todo lo que Jesús nos contó sobre Dios, lo vivió como hombre que va alcanzando una plenitud humana. Y su proyecto para nosotros es eso. El objetivo de Jesús y el nuestro es el mismo: desplegar todo lo que hay de amor en nosotros, y esto es posible porque Dios vive en cada uno.
Este domingo celebramos el día de la Vida Consagrada con el lema: “la Vida Consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente”. Nos ponemos en las manos de Dios y de María para que caminemos con alegría al servicio de las víctimas, de los más pequeños, de los más abandonados y olvidados.