CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE SANTO DOMINGO

“De día nadie más cerca de las personas, de noche nadie más cerca de Dios”

Entre nosotros, el valor de una fiesta comienza por el tiempo dedicado a su preparación, la distribución de las tareas a realizar, la adquisición de todo lo necesario para dar calor, encanto y alegría a la celebración festiva. Esto mismo ocurrió entre nosotros.

La celebración de la fiesta de S. Domingo en Maputo comenzó con la convocatoria de los grupos de laicos y hermanas que nos sentimos miembros de la Familia Dominicana, para celebrar a nuestro antepasado en la fe, el día 11 de agosto. Esta fue una tarea gratificante debido a la respuesta diligente de cada uno de ellos. Las distancias entre los barrios de Khongolote, Mahotas o Malhangalene se hicieron cortas; no hubo dificultad en recorrerlas, pues los kilómetros se convirtieron en pasos alargados. Todo fue combinado con pleno consenso: el lugar, el horario, el alimento espiritual y material, la recreación; todo fue acordado democráticamente, siguiendo el legado recibido de nuestra familia.

La familia dominicana de Mahotas, el día anterior, sábado 10, realizó la ceremonia de adhesión de nuevos miembros laicos a esta familia. Una ceremonia sencilla pero llena de significado en la que cada uno, consciente y libremente, manifestó su deseo de seguir a Jesús, mediante la opción bautismal, al estilo de Domingo de Guzmán. La entrega de un símbolo – una medalla con la imagen de S. Domingo – selló este compromiso. Y no podemos dejar de mencionar que este símbolo fue un obsequio de la familia dominicana de Portugal.

¡Nuestro inmenso agradecimiento a los hermanos y hermanas de Portugal! Estos son los signos que nos confirman realmente que nuestra familia dominicana no tiene fronteras de cultura, ni distancias que nos separen. Vuestro gesto es para nosotros una señal y un testimonio de lo que significa ser familia dominicana: sentir las mismas entrañas de compasión y misericordia que movieron a Domingo “a vender sus libros, ofrecerse para liberar un esclavo y conversar pausadamente con un posadero durante una noche entera”. 

La parte recreativa del encuentro fue presentada por los jóvenes de la familia ampliada. Un panel que contaba con dignos panelistas: el propio Domingo, el obispo Diogo, la Madre Juana de Aza y una hermana representante del convento de Prouille. Las preguntas presentadas por la audiencia surgieron con mucha fluidez y nos actualizaron, de manera diferente, la vida y la misión de nuestro Padre Domingo.

La Eucaristía fue el momento privilegiado para expresar el sentimiento común que nos habitaba de acción de gracias al Señor de todo don, por esto fue vivida en un ambiente festivo. La Palabra compartida y el Rito, fueron animados por el canto, la danza y el gesto litúrgico. Sin la limitación del tiempo ni del espacio nos sentimos alimentados y saciados. En cuanto al banquete compartido, sobran los comentarios, cada grupo escogió su mejor menú para ponerlo en común y, al compartirlo, suscitó un momento espontáneo de danza y júbilo propio de quien se siente miembro de la misma familia.

La despedida nos dejó con nostalgia… de que en breve podamos revivir la misma experiencia.

Familia Dominicana

Maputo – Mozambique

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