Sin haber conocido a una persona, no es fácil decir algo de ella, pero si,
hablamos de las personas y de nuestra Fundadora, Madre y Maestra.
Podemos decir, pensar, aprender, sentir, experimentar y…soñar.
Soñó siempre, y sin prisas ni pausa, realizó, dio pasos
firmes, decisivos, ejemplares. Marcó su vida y la nuestra, las que la
seguimos, la rezamos, la pensamos, estudiamos, quisiéramos imitarla.
Su vida nos basta. ¿Tal vez peco de atrevida? pero al cumplir también mi sueño
de ir y vivir en la Selva, viéndolo después de los años que vivimos allá, he
ido pensando, que sí la selva fue el ” lugar” donde se encuentra a Dios en
todo, tal vez eso pienso, fue el Noviciado. Ella lo vivió, ella lo experimentó, pero ese lugar…debió de ser el “Noviciado” de todas, si, de todas.
Ese, fue la gran experiencia, de vida, y aprendizaje. Al estar tan cerca
de las familias, sus pobrezas, alegrías necesidades, enfermedades, lejanía, soledades, silencios elocuentes, riesgos de toda clase, aceptación de personas, condiciones de sacrificio, costumbres, incomodidad, inserción en el medio…toda esa
partitura que ella vivió con una música de fondo tan fundamental.
Que esta clase de vida llegase a ser la vivencia de hermanas, hermanas
misioneras, esa misión, la de estar y estar queriendo, aprendiendo, dando
y recibiendo…tanto, tanto de todos, tanto de Dios!
Gracias Madre cercan, gracias Maestra.
Tú vida marcó la nuestra.
Elvira Fernández Aller
Barañáin 2025