Seminario Comunidades Vocacionales, Testigos Creíbles Mensaje Final

Vivir a la altura de la vocación que hemos recibido, es la invitación que nos ha interpelado a lo largo de todo el Seminario “Comunidades Vocacionales, testigos creíbles”. Nos llevamos más preguntas que respuestas, pero son preguntas movilizadoras que nos ponen en búsqueda comprometida, que nos hacen arder el corazón y abrirnos a la acción del Espíritu. La Palabra ha estado presente cada día en el centro de nuestra Asamblea, y se nos ha manifestado además por medio de diferentes voces: la voz de Nadieska Almeida HC, de Ana María Díaz, laica que trabaja en Pastoral Juvenil, de los miembros de la Comisión de Cultura Vocacional de la CLAR, de los jóvenes presentes el día sábado, de las hermanas, hermanos, laicas y laicos en los grupos de vida, y de las voces y rostros de los más vulnerables y sufridos que atiende la Vida Religiosa en Santiago de Chile, con quienes nos encontramos con mirada contemplativa. Voces que entretejieron SEMINARIO Santiago de Chile, 10 a 13 de octubre de 2024 Comunidades Vocacionales, Testigos Creíbles Jesús: vocación que encanta 2 Conversación en el Espíritu y sacaron a la luz las intuiciones de la Ruah Divina entre nosotras y nosotros.

Hemos escuchado una exhortación fuerte a “No dejar a nadie a la intemperie”. Nuestras comunidades están llamadas a sostener en la crisis, a abrazar la humanidad y la vulnerabilidad del otro/a, en vez de perseguir su debilidad y ponerla en evidencia. Estamos llamadas/os al cansancio sin tensión que dé la posibilidad a otros de descansar. Se trata de un cuidado mutuo para construir una comunidad basada en una cultura relacional que nos humanice. Una comunidad vocacional se vuelve el lugar de la ternura.

¿Por qué a veces nuestras comunidades religiosas no son atractivas para las/os jóvenes de hoy? Probablemente necesitamos comunidades que se arriesguen más por el Reino, que vayan contracorriente de manera radical por el Evangelio, que no corten las alas a las nuevas generaciones, que sepan combinar los carismas personales con los carismas institucionales para enriquecer la vida, que sean capaces de dejar ir los antiguos paradigmas que impiden a cada persona ser ella misma y se determinen a ir hacia “Jerusalén” con Jesús, asumiendo todas las consecuencias.

Posiblemente la Vida Religiosa se ha preguntado, como el joven rico: ¿qué le hace falta? Pero, en realidad, la pregunta hoy es: ¿Qué le sobra? Nos sobran las estructuras comunitarias insostenibles para los tiempos actuales, unos esquemas formativos que más pretenden introducir a las formandas/os en “nuestro molde” y no escuchar qué están deseando vivir; los privilegios otorgados, el lastre de un clericalismo muy arraigado aún, que también impregnó a la Vida Consagrada, la mirada sospechosa sobre las nuevas generaciones y la cultura actual, la parálisis provocada por los miedos, la tibieza, la vida acomodada sin riesgos, el infantilismo impuesto en la formación inicial, las luchas de poder, las competencias y todo aquello que nos aleja de los vulnerados de la tierra.

Necesitamos volver al EVANGELIO y tocar, como Bartimeo, los deseos más profundos de nuestros corazones y el de las/os jóvenes para recuperar a Jesús, la vocación que encanta. El Espíritu nos empuja a exponernos a la luz del mediodía, como la Samaritana, donde las sombras retroceden y todo queda iluminado: el instante eterno de la Misericordia de Dios. Aquí el origen de toda vocación. Estamos llamadas/os a encarnar la compasión de Dios en nuestro mundo de una manera radical, pues la vocación no se trata de algo, sino de TODO. Es una experiencia existencial, una llamada totalizante. Por eso, toda pastoral tiene que ser vocacional, es una cuestión de todas las etapas de la vida. Cada quién, según su momento vital, necesita encontrarse de manera personal con Jesús. ¿Estamos realmente propiciando experiencias de encuentro personal con Jesús? ¿O nos estamos anunciando a nosotras/os mismos, a nuestras instituciones, a nuestros fundadores y fundadoras?

El acompañamiento vocacional a lo largo de la vida tiene que generar procesos de sanación, libertad, evangelización, sororidad/fraternidad y compromiso histórico. Muchos jóvenes están heridas/os y claman por una presencia cercana que sepa escuchar, comprender sin juicios, contener y tender la mano para levantar. Una presencia que confíe en ellas/os y les proponga un modo de vivir en libertad, con autenticidad, autonomía y en servicio. Esta es la esencia de la pastoral juvenil vocacional y el acompañamiento en la formación inicial en la Vida Religiosa.

Nuestras comunidades serán testimonios creíbles cuando estén impregnadas de humanidad y en el centro esté Jesús y su Reino, donde prevalezca la acogida a la vulnerabilidad y a la diversidad, la escucha, el cuidado, la amistad evangélica y el profetismo. Seremos más creíbles en nuestro mundo diverso cuando nos abramos a caminar y a trabajar con otras/os, haciendo camino sinodal, tejiendo la intercongregacionalidad, y, ante todo, como nos invitaron los jóvenes cuando nos hablaron de sus heridas y de sus profundos dolores: ¡que cada religiosa, que cada religioso sea un puente de amor!

Participantes en el Seminario de Cultura Vocacional,

 Santiago de Chile, 10 a 13 de octubre de 2024

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