Viaje por la vida con confianza y agradecimiento

Como seres humanos, hemos aprendido a ser agradecidos con nuestra cultura original. Cuando comemos frutas, nos acordamos de la persona que plantó el árbol, cuando bebemos agua, nos acordamos de la corriente de las fuentes; y cuando nos despedimos nos acordamos de nuestra querida casa Noviciado Continental Asiático, por todas las buenas acciones que han ayudado a la naturaleza y a crecer en nuestra vocación.

Estamos muy contentas y agradecidas a todas nuestras Hermanas que pensaron en organizar este programa en el noviciado continental asiático aquí. Agradecemos a nuestras Hermanas de la Provincia de Santa María que nos enviaron a la Provincia de San Luis Beltrán para el programa de formación del noviciado intercontinental durante dos años. De manera especial, les agradecemos su amor, cuidados, apoyos, compromisos y oraciones. Agradecemos también a todas las hermanas de esta provincia que nos han acogido y cuidado hasta el día de hoy.

Agradecemos a nuestras tres queridas formadoras hnas. Fátima, Rosa María y Pushpa. Nos inspira y motiva vuestro sencillo estilo de vida. Muchas gracias por vuestro amor, cuidado, apoyo y comprensión. Sois abiertas y habéis soportado mucho para amarnos y formarnos en esta vocación religiosa. Sois nuestro modelo. En diferentes tiempos y circunstancias, de vez en cuando, os habéis convertido en nuestras formadoras, maestras, hermanas, amigas y madres para hacernos sentir en casa y en pertenencia. Sabemos que siempre estamos en buenas manos. Hemos crecido mucho espiritual y físicamente gracias a nuestros formadores. Han aportado conciencia y dirección a nuestras vidas. Muchas gracias.

El núcleo de nuestra experiencia en el Noviciado Continental Asiático es que se confía en nosotros. Tomando el ejemplo del Evangelio de Mateo 2:10, donde los tres reyes magos confiaron en la estrella brillante para ir a Belén, nosotras también encontramos esta confianza en nuestra comunidad. Para nosotras, la comunidad del Noviciado continuo asiático es como un pequeño cielo porque todos hemos contribuido juntos a nuestra felicidad, alegría, ayuda y comprensión mutua. Aunque a veces nos enfrentamos a retos y dificultades, los hemos superado con el diálogo y el perdón. Aquí, nuestra vocación se nutre del amor, la unión, el estudio y la oración. Las clases impartidas por nuestros Formadores, el estudio común en Familia Dominicana, profesores invitados, sacerdotes y laicos y en ICLA y conferencias individuales con nuestra Maestra de Novicias nos han ayudado a profundizar nuestra vocación en la vida religiosa. Han dado forma a nuestra vida religiosa. Hoy estamos muy agradecidas por estas maravillosas oportunidades. Son nuestras estrellas y muy valiosas para nosotras, por la forma en que nos han cuidado, amado, motivado e inspirado.

También estamos agradecidas por la experiencia comunitaria en la Provincia de San Luis, y la vida sencilla vivida por nuestras hermanas ha fortalecido nuestra vocación. ¡Muchas gracias, hermanas!

También aprovechamos esta oportunidad para agradecer a nuestras compañeras, Hnas. Maria Duc, Teresa, Tessa y Mary por haber permanecido un año juntas y por haber creado recuerdos maravillosos. Agradecemos a nuestras compañeras de presencia Maia, Mariam, Miriam, Marie, Goretti, Isa, Camilia, Guilher, Tezy, Domingas y Flory. Muchas gracias por nuestra estancia juntos. Aprendiendo y explorando cosas juntos, hemos madurado en nuestra relación. Rezamos por todas vosotras queridas hermanas para que Dios os bendiga a todas y os acompañe en vuestra misión. Que Dios os bendiga cien veces por todo el esfuerzo que habéis hecho para que nuestras vidas tengan más sentido. Por favor, rezad por nosotras y caminemos juntas para hacer de este mundo un lugar mejor.

Muchas gracias.

Misila y Radhika

Compartir esta publicacion