EN EL ANIVERSARIO DE LA BEATIFICACIÓN DE M. ASCENSIÓN

“Díganles que vayan a Galilea, allí nos encontraremos”

En este mes de mayo hace 19 años que fue beatificada M. Ascensión. Y hace 109 que llegó a Maldonado. Al  hacer memoria de estos acontecimientos, ella se hace presente de nuevo en nuestra vida; recordamos algo de  su trayectoria…

La reflexión en la  liturgia de este tiempo (después de Pascua),  recuerda la vida de Jesús, su ausencia y su presencia entre los apóstoles y en las primeras comunidades cristianas, llenas de incertidumbres así como nuevas seguridades; todo fue propio del comienzo de la vida de la Iglesia y  de todo recorrido de nueva vida y camino hacia el Reino.

La nueva presencia de Jesús resucitado, con los apóstoles, después de la  desolación que les causó su muerte, y aún la noticia de su nueva vida, fue un desconcierto para el grupo, que no sabían cómo entenderlo, ni cómo reaccionar. Jesús encargó a las mujeres que les dijeran que fueran a  Galilea, allí le encontrarían.

¡Galilea! Volver a la primera experiencia humana de Jesús, un  lugar humilde, donde se hizo el anuncio y comienzo  del nuevo Reino, ahora sería el punto de “partida” para extender la promesa de Dios al mundo.

  1. Ascensión, junto con las primeras hermanas, en Maldonado, arrancó un nuevo tiempo, con dudas e incertidumbres, no solo para nosotras, sino para el conjunto de la Vida Religiosa Misionera femenina, custodiada entonces dentro de los monasterios, desde donde daba su particular aporte a la Iglesia.

Había que acercarnos más a la humanidad, aunque esto suponía dejar atrás muchas cosas; abrir  “la puerta”, para salir hasta los pobres que nos necesitaban  e insertarse en el mundo. M. Ascensión guió nuestros primeros pasos en este sentido,  con una salida hasta la selva Amazónica, primero,  y sin detenerse allí, llegar a  pueblos lejanos, que junto con misioneros, que ya habían comenzado hacía mucho tiempo la evangelización, pero faltaba el aporte femenino que era fundamental para apoyar, integrar y completar el anuncio del Reino,  tal como lo había hecho Jesús.

Aparte de las muchas dificultades y anécdotas que escuchamos de estas primeras experiencias en Maldonado, lo más importante es que  allí se forjaron, a la vera de M. Zubieta  y M. Ascensión,  los fundamentos para nuestra Congregación  que a pesar de los cambios y constantes adaptaciones necesarias, hoy son todavía el fundamento de nuestro ser de Misioneras Dominicas:

-La clarificación de NUESTRO CARISMA MISIONERO

-Una nueva experiencia de Dios,  como la percibió M. Ascensión: ”Nunca sentí a Dios tan cerca como en Maldonado”.

-La profunda y determinada OPCIÓN POR LOS POBRES

-La clarificación de necesidad y estilo de organización de la COMUNIDAD MISIONERA.

-La inmensa responsabilidad y dedicación a la PROMOCIÓN DE LA MUJER

-La responsabilidad de nuestro apoyo a la IGLESIA MISIONERA

-La riqueza de conocer, asumir y valorar otras CULTURAS

-La urgencia y riqueza DE CONVIVIR con diferentes grupos y razas, sintiéndonos más  integradas en una nueva humanidad.

 

“Y Jesús les dijo: vayan por el mundo a anunciar el Evangelio….”

Cecilia Valbuena

 

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