Una tarde de febrero el fuego envolvió a los pobres de mi pueblo. La danza infernal de las llamas arrebató sus vidas, sus historias, sus recuerdos. Los cerros de Viña del mar se tiñeron de espanto, el tiempo se detuvo y no hubo tiempo de escapar, ni agua, ni camino habilitados. Cuerpos calcinados, sueños abortados. Para ellos no hay territorios seguros donde habitar, detrás de la cáscara mora la dignidad. Detrás de la ciudad Jardín, mora el Chile real el que duele el alma, el que se consumió en un minuto. el de la herida abierta, el invisibilizado, el que vive en campamentos y quebradas. Oscuros intereses detrás de la muerte, Inmobiliarias sin escrúpulos Capitalismo salvaje que depreda, bosque nativo aniquilado madre tierra que gime Oh Dios, acogiste los últimos suspiros de los inocentes, sus nombres en tus entrañas. Los cerros se transformaron en monte santo, solo el silencio reverente es nuestra ofrenda. Y a pesar de todo mi pueblo se pone de pie, curtido en sufrimiento, en tragedias colectivas, los vecinos se organizan, los jóvenes se unen, y empieza a cantar la pala y la olla común, Y todos y todas con nuestro granito de arena ayudamos a levantar la esperanza. Hna. Jacqueline Sothers, MDR