SER VIDA CONSAGRADA QUE RESISTE EN LUGARES DE CONFLICTOS
- Hnasmdro
- febrero 12, 2024
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“Ya se te ha dicho, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: tan sólo que practiques la justicia, que ames con ternura y que camines humildemente con tu Dios.” (Miqueas 6,8)
A lo largo de la historia la Vida Consagrada ha sido considerada luz y fermento en medio de las realidades que vive la humanidad. Para muchos pueblos, el contar con su presencia es sentirse acompañados en sus alegrías, luchas y esperanzas.
En la actualidad, la vida consagrada, continua estando presente en lugares donde la vida sigue clamando justicia, dignidad y respeto, por lo que, las palabras del profeta Miqueas”… tan sólo que practiques la justicia, que ames con ternura y que camines humildemente con tu Dios” resuenan de manera particular en el corazón de cada consagrado y consagrada que, desde su opción de seguimiento a Jesús opta por continuar haciendo presencia en lugares donde existen guerras, conflictos, dictaduras y situaciones extremas, una manera, desde su presencia ser portavoz de las realidades vividas, y luchar junto a los pueblos por su propia liberación.
Este 2023 que finalizó, para las familias de los países que viven en regímenes dictatoriales ha sido difícil poder contemplar con alegría la llegada de la luz que nos trae Jesús, porque llevamos más de cinco años en oscuridad, suplicando vivir en paz, suplicando justicia y libertad, soñando y luchando porque esta realidad de persecución y opresión termine. Porque nos duele ver como las fuerzas físicas y mentales se van desgastando.
Como seres humanos las resistencias bajan, la frustración, el sufrimiento y el constante asedio por parte de la dictadura a todos los niveles desespera, agota, a veces, hasta nos llena de desesperanza. Es humano sentirlo y nombrarlo. Más aún, el reconocer nuestra fragilidad, no significa que nos demos por vencidas, continuamos con la esperanza puesta en el Dios de Jesús que sigue plantando su tienda en la consciencia y el corazón de muchos hombres y mujeres de buena voluntad y comunidades que no son indiferentes a nuestra realidad y nos llaman a resistir.
Resistir, porque seguimos creyendo que no es posible ceder nuestro poder como pueblo a gobernantes deshumanizados, con complejo de dios y salvador, que nos sigue masacrando.
Resistimos, porque merecemos vivir con dignidad y deseamos manifestar nuestra fe sin represalias ni persecución.
Resistimos, porque no es posible construir una nueva sociedad si nos dejamos robar la esperanza, la alegría y los valores que a lo largo de la historia hemos fraguado a base de esfuerzo, dedicación, educación y un sin fin de acciones. Resistimos, porque sentimos que nos pertenece el lugar donde hemos nacido, la identidad y nuestra cultura.
Resistimos, porque estamos convencidas que no estamos solos ni solas y que la fuerza del Dios de la vida en la cual continuamos poniendo nuestras fuerzas sigue actuando.
Resistimos, porque cada hermano y hermana que están encarcelados injustamente, cada exiliado, cada persona que ha tenido que forzosamente dejar la Patria para resguardar sus vidas, y los que aún continuamos en estas tierras merecemos vivir en libertad.
Resistimos, porque unidos somos un volcán que no se apaga, aunque a veces, sentimos que el fuego de la esperanza se envuelve en las cenizas frías de sueños sin cumplir. Continuamos soñando por vivir en paz, democracia y libertad.
Resistimos, porque en las Sagradas Escrituras, orada y meditada desde la comunidad, encontramos el alimento que refresca, renueva el caminar y la confianza en el Dios de Jesús que no abandona.
Resistimos, porque encontramos en el ser comunidad, la fuerza que nos une como pueblo para reivindicar nuestros derechos, y el deseo profundo de construir una nueva sociedad, donde, no reine el poder despiadado de unos pocos.
Resistimos, porque nos sentimos enviadas, enviados a compartir la vida desde la incondicionalidad, desde la Profecía generada muchas veces en el silencio, la discreción, la prudencia, el acompañamiento personalizado, y la práctica de la pastoral de escucha empática.
Resistimos, porque la misma realidad nos empuja a gestar la misión dejando fuera el ego y el protagonismo individual para que realce el verdadero protagonista que es el Jesús del Evangelio. Sabiendo que estamos, no a título personal, sino que es el mismo Jesús quien nos convoca y envía a estas presencias.
Resistimos, porque cada día hay que encontrarle sentido a lo pequeño que vamos haciendo en favor de cada persona que la vida nos permite acompañar, en muchas ocasiones en condiciones hostiles y de constante asedio.
Continuamos siendo invitadas, invitados a saber resistir en la cordura, pero con fuertes convicciones en la misión encomendada de acompañar y ser Vida Consagrada junto al pueblo.
Crédito: Un pueblo y una Vida Consagrada que resisten.