LA CARIDAD

La buena noticia Mc 12,41-44

Damos limosna pensando en agradar a Dios, pero Dios no necesita nada. Dios es Dios.

Vivir la caridad nos hace más humanos, implica dejar el egoísmo. Si damos de lo que nos duele, bajará el egoísmo y subirá el amor. La viuda lo dio todo, bajando el egoísmo a cero y elevando el amor hasta el infinito.

La limosna no salva al que lo recibe, sino al que la da. La mayor motivación para la solidaridad no debe ser solo aliviar la necesidad del otro, sino manifestar el desapego a las cosas materiales y afianzar la confianza en Dios, y en lo que realmente vale de verdad.

Dar de lo que nos sobra ayuda a cubrir la necesidad del otro, pero no tiene valor espiritual para el que la da.

Cuando damos al otro de lo que también necesitamos, eso es humanidad. La verdadera limosna, la que tiene valor espiritual es la que nos lleva a desprendernos al igual que la viuda.

A veces nos preocupamos más por cumplir los ritos y las normas. Vamos a misa todos los domingos, damos limosna, pero los ritos no transforman la vida.

“Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros.” (San Ambrosio).

“Solo se gana lo que se da; lo que se guarda se pierde.”

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