La Buena Noticia Mc 10,17-30
“Supliqué, y se me concedió la prudencia, invoqué, y vino a mí el espíritu de la sabiduría. La quise más que a la salud y a la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables” (cf. Sab. 7,7-11).
Sabiduría que nos ha sido dada,
sabiduría aún desconocida para muchos, pero presente en todos.
Luz escondida esperando ser descubierta.
Riqueza infinita que cubre todas las necesidades.
Abundancia plena presente en cada uno.
Abundancia verdadera que llena el anhelo del alma.
Tesoro que nos permite desprendernos de las cosas materiales.
Caudal que nos enseña a fluir en el dar y recibir
Riqueza que nos libera de los apegos.
Ni el rico está condenado ni el pobre está salvado. El hecho de tener o no bienes materiales no es el sentido, porque el que no tiene nada puede vivir apegado a lo que ambiciona y el rico a lo que posee.
La clave está en mantener el equilibrio, vivir humanamente y a la vez contribuir con la sociedad.
Todos necesitamos dar pasos para desprendernos de nuestras ataduras y vivir desde la confianza en Dios, que nos lleva a sentirnos abundantes y merecedores, y atraerlo hacia nosotros.