EXPLICAMELO… ¿COMO ES ESTO, SINO CONOZCO…?

¿Cómo definir pues, “COMunidad?”

Dentro de lo normal, de la vida cotidiana, apareció una situación fuera de lo normal, que nos hizo temblar, nos pone inquietas. y Quedábamos encerradas, nerviosas y dispersas a causa del Covid. Con esta situación, me dio una vuelta de la cabeza hacia el corazón, busco la luz, respuesta, en algo que pueda comprender, como puede entrar el temor dentro de nuestra aparentemente estable y organizada vida. Estábamos unidas y alegres en la comunidad, empezábamos a programar las tareas y trabajos juntas para comenzar el año estableciendo lazos de conexión entre nosotras en la comunidad Reina de la Paz. Muy pocos meses pasaron donde nos quedábamos apasionadas (casi todas) disfrutando la hora de recreo porque compartimos entre nosotras “momentos de refuerzo” para el camino diario. Al mismo tiempo, compartimos las carcajadas, comentarios y alegría comunitaria, siempre juntas…

En el mes de agosto nos dijeron los médicos que la variante Delta ya está en nuestra ciudad y cada vez, cuidemos de nuestras salidas y distanciamiento en las comidas y oración comunitaria. El día que nos dijeron que dos hermanas estuvieron infectadas, empezamos a cambiar horarios, aislar más entre las horas comunitarias, nos pusimos nerviosas hasta el día de la notificación de los resultados del PCR. Éramos 8 hermanas afectadas por el virus.

Desde entonces, esta realidad me lleva a meditar en nuestra propia vida. De acuerdo, los ejemplos de vida en la historia. ¿Por qué, todo esto, porque nosotros? Suele sonar vacía y sin fundamento esta pregunta, pero es la verdad del momento.

Recuerdo la experiencia de confusión y duda de varios personajes bíblica. A comenzar por Zacarias, el padre de Juan el Bautista. San Lucas nos cuenta en Lc 1: 39. Recordamos el susto de este fiel sacerdote, no tan ardiente pero paciente y obediente a la Ley. Esperaba la plenitud de su sacerdocio de otra manera. Dios respondió en un cierto modo que le hizo tambalear de su capacidad de captar la verdad del deseo de Dios. Él, no comprendía del `proceso (de embarazo de Isabel) porque trataba de razonar y buscaba respuesta dentro de lo común, entre humanos.

La situación vivida en la comunidad estos últimos días es muy parecida a la experiencia de Zacarias.  Todas, volvimos a preguntar ¿cómo hemos vivido los últimos días?  Procuremos pasar por nuestra mente una respuesta a este susto. A comprender ¿cómo hemos tenido y que resulto activo este virus en medio de nuestra comunidad? De esta manera, pensé yo, nuestra situación y como salir de este círculo de duda, miedo e incertidumbre. A nosotras, no es del proceso sino del sobrevivir, ¿estaré con vida? ¿Quiénes son las que superaran esta infección? ¿Es posible encontrar otra vez con los demás después del virus? Y el día siguiente, falleció una hermana que dio a nosotras: ¡un golpe en el alma! Mas que el miedo es el dolor de la perdida.

¿Cómo apoyarnos unas y otras estando separadas y aisladas? En estos días, muy difícil apoyar tampoco vernos una y otra. Una hermana en la espera de entierro, otra en la batalla en el hospital por el mismo virus y nosotras todas, cada una intentando superar la situación débil por el virus. Cuesta ver el plan divino en estos momentos… la realidad de la vida de una que se va, la otra que estaba con ánimo y deseo de vivir para nosotras, las cinco hermanas tienen suerte de estar contagiadas. Ellas, estaban doloridas por nuestra situación en confinamiento y aislamiento total de la que éramos, comunidad de 14.

Busco respuesta y refugio en el silencio, la generosidad de tantos amigos, familias y varias personas… la gente que nos consuela y nos apoya. Nos apoyan de una manera sin igual a pesar de todo, en la comunidad quedábamos sin capacidad de verlos ni escucharlos, más que en el móvil o la pantalla a la hora de la Eucaristía o la novena. Seguimos, nos parece a las ciegas y estando deshechas por la que causa la muerte de nuestra hermana, Pilar. Veo que esta situación es muy parecida también a la situación de mucha gente, muchas familias que sufren lloran y velan a los enfermos y sus seres queridos por esta pandemia. Nos abre a la verdad de cómo, lo que vale la vida que vivimos y que vale de verdad vivir con esperanza e imitar nuestros fundadores y las mártires. Nos enseñan como soportar en tiempos difíciles sin perder la vista a Él, que es vida, verdad y camino.

Así, nos enseña ser solidario con todas en la misma situación o más de lo que estamos pasando, en nuestra comunidad o en el país como en el mundo. Todas quedamos con preguntas sin respuestas. Encontrábamos consuelo en la oración, sentir que Dios camina con nosotras, la claridad de su presencia y fuerza se demuestra en la gente que nos apoya, soporta y cuida cada día.

En los evangelios, Jesús nos invita ver al mundo con ojos de niños (Mt 18,3), a confiar y no permanecer en el llanto ni en la incertidumbre (Jn 11,40) sino en la verdadera esperanza de que Él está con nosotros (Mt 28, 20). Con estos pensamientos, sentimientos y reflexión, volví a la sensibilidad que soy nada si no pongo mi esperanza en Dios, quien es el principio y fundamento de mi propia vida y de los demás. Nada vale más que vivir el momento, el presente, a viajar continuamente por dentro para aprender y saber sorprenderse al encontrar que el timón de mi barquito esta reposado en el Capitán y a sus rutas.

Sino es por la fe, sería imposible encontrar tranquilidad, consuelo y alegría en medio de esta “nube de medio día”, que se oscurece el alma y nos hace sentir perdidas. Gracias a tantas hermanas, familias, amigos, alumnos y vecinos que nos dan cosas, comidas, medicamentos. Nos proporcionaron instrumentos necesarios para controlar: nuestros estados de oxígeno, fiebre y tensión. Muchos son los quien nos llaman, atienden, consuelan y rezan por la comunidad. Esta prueba es una de las grandes enseñanzas para valorar muchas bendiciones que no esperamos ni merecemos, ver con nuevos ojos la presencia de cada una y estimar mejor a los que tenemos y compartimos la vida.

Muy semejante a esta realidad, vivieron nuestros antepasados, fundadores y otros pueblos demostrando su capacidad de sufrimiento y resistencia.  Animándose mutuo mente unos a otros en los momentos duros como en los buenos. Esta expresión se encuentra claramente cuando volvemos la mirada a la vida de la Madre de Jesús. Ella es, el mejor consuelo, su ejemplo de vida sobre las circunstancias que le cuesta comprender. Supo vaciarse todos sus pensamientos y corazón ante Él y abandonarse todo en la mano del Poderoso. Cuanto me cuesta indagar sobre ese aprendizaje de María, de confianza y abandono en la mano de Él, que entrego su propia vida y regaló a cada una de nosotras la vida plena desde el seno materno.

Por tanto, es verdad, que el tiempo nos ayuda ver con calma y serenidad. Que nada se puede resolver en un momento de duda y sin orar por ella. De hecho, más tarde, después de 5, 8, 10 días, hemos aprendido vivir aisladas en lo físico pero unidas espiritualmente. Aprendemos acoger, ser más tranquilas y aceptar la realidad con convicción y confianza que saldremos de esta situación, con la sanación esperada. Desde allí, intentaremos mejorar las medidas sanitarias en nuestra comunidad. Ya estamos al termino de 21 días de aislamiento, esperando el día que podemos integrarnos en la comunidad que nos esperan a nuestro regreso. Todas, estamos deseosas de este reencuentro (solo unos pasos desde esta casa verde donde viven las hermanas jubiladas).

Queremos compartir esta experiencia, porque nos abre a una nueva etapa y oportunidad de estar unidas a pesar de que estamos separadas. Por eso, cantemos con alegría por esta bendición y gran manifestación de Dios entre nosotras. “El Señor ha estado grande, grande con nosotras y estamos alegres” (Salmo 125).

Nini Rebollos

Baliwasan, Ciudad de Zamboanga, Filipinas

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