DÍGANOS, POR FAVOR DÍGANOS

La pandemia de permanencia excesiva nos acompaña desde hace más de un año, ha afectado rápidamente a nuestra vida cotidiana… Despertar cada día en este ambiente de cuarentena y días de encierro vienen acompañados de incertidumbres y varias preguntas siguen viniendo a nuestras mentes y corazones:

  • ¿Dónde se han ido todas esas internas, que dejaron todas las habitaciones vacías?
  • ¿Dónde están todas esas sonrisas de sus rostros inocentes?
  • ¿Dónde están todos sus saludos y buenos gestos cuando nos encontramos en los pasillos?
  • ¿Dónde están todos los que suben y bajan corriendo las escaleras?
  • ¿Dónde están todos los que abren y cierran la puerta principal cuando van y vienen a cada una de sus universidades?
  • ¿Dónde están esas noches estresantes que obligan a esperar a algunas ya que ha pasado la hora del toque de queda?
  • ¿Dónde se quedan todas esas noches con ellas mientras estudian hasta la madrugada?
  • ¿Dónde están todos esos cuidados adicionales que se les da cuando están enfermas y, a veces, incluso tenemos que correr al hospital en medio de la noche?
  • ¿Dónde están todos esos días en los que vienen a nosotros con sus pequeños problemas que para ellas eran tan grandes como el océano?
  • ¿Dónde están todos esos momentos difíciles en los que tenemos que hacerles algunas correcciones?
  • ¿Dónde están todas esas veces que vienen a llamar a la oficina por su pago mensual o no pueden pagar su estadía?
  • ¿Dónde se escuchan todas esas animadas charlas, risas y conversaciones en los pasillos?
  • ¿A dónde van todos sus amigos con ellas para estudiar en grupo y trabajar juntos en sus proyectos?
  • ¿Dónde están todas esas noches de ansiedad cuando suena el teléfono y una de ellas está varada en un área inundada sin transporte disponible?
  • ¿Dónde están todas esas celebraciones eucarísticas y tiempo de oración devocional por el rosario con ellas?
  • ¿Dónde están todas esas celebraciones festivas y Navidad?
  • ¿Dónde han estado esas actividades entre dormitorios junto con esos animados encuentros y reuniones con jefas de dormitorio diferente?
  • ¿Dónde están todos esos días en los que sus padres vienen y nos dicen lo agradecidos que están de verdad por cuidar a sus hijas?
  • ¿Dónde están esos días en los que nuestras esperanzas y clamores se expresan en oraciones para sostenernos con este ministerio para nuestras jóvenes?
  • ¿A dónde han ido todos esos momentos en los que cada encuentro con las niñas promueve nuestra paciencia y realza nuestra habilidad de escuchar?
  • ¿Dónde entonces, esos días en que la Buena Nueva se personifica en nuestro estar con ellas, cuando nos lo dicen, las hicimos sentir amadas y cuidadas incluso lejos de casa?

 

Aparentemente, todo esto se ha ido… pero nuestra esperanza permanece. Lo que viene seguro y nos queda ahora es bastante alarmante:

 

  • un edificio enorme sin internadas y sin ingresos.
  • un dormitorio sin vida.
  • Una serie de facturas mensuales por pagar a tiempo.
  • mantenimiento de edificios: limpieza y control de áreas que necesitan reparación.
  • un personal dejado atrás para ayudarnos.
  • Varias dudas y dolores en nuestros corazones pensando cuándo estarán aquí los internados de nuevo…

 

Nuestra única esperanza radica en que todo se restablezca, una audiencia presidencial en un aprendizaje cara a cara para que nuestros antiguos y nuevos internados vuelvan a estar con nosotros.

 

Todo en nuestro mundo de hoy ha cambiado. En variadas expresiones para la prevención de la contaminación, se nos impide salir de casa, permanecer aislados unos de otros, confinamientos, distanciamientos y otros protocolos. Sin embargo, agradecemos a Dios que nos hemos vacunado; parece que las cosas están un poco más bajo control.

Humanos como somos, nuestras dudas nos dicen que esta alarmante propagación del virus Covid no ha terminado, además, la gente ya está cansada.

 

Pero nuestra FE fuerte y sólida nos dice que Dios está presente en todas partes y tiene el control total de todo. Él nos fortalece y nos da ESPERANZA y CORAJE. Con esto llevamos nuestras preocupaciones y momentos difíciles a Dios quien nos fortalece y nos asegura Su Presencia entre nosotros y seguimos viviendo una vida feliz y agradecida. El profeta Isaías nos recuerda constantemente en el capítulo 40:10 “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios, te daré fuerzas, te traeré ayuda, te sostendré “… 

Hermanas Concepción Santiago y Josefina Lasola

Residencia de damas Santa Rosa de Lima – Manila – Filipinas

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