María se identificó totalmente con Dios, porque descubrió lo divino que había en ella y lo potenció al máximo, logrando así su plenitud.
Ese mismo potencial divino está presente en todos. Ahondar en el conocimiento de María nos ayuda a responder a las preguntas existenciales: quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. Venimos de Dios y vamos hacia Él, como Jesús y como María.
María fue una madre como todas las de su época. Según los biblistas, educó a Jesús casi sola, porque únicamente cuando los niños tenían entre 12 o 13 años de edad, sus padres se hacían cargo para enseñarles a “ser hombres”. (Recordemos que los niños y las mujeres no contaban para la sociedad, los niños eran vistos como estorbos).
Pensamos que María subió al cielo físicamente, de la tierra que es un lugar, al cielo como otro lugar, pero ya no es posible seguir pensando ni enseñando así, porque el cielo no es un lugar, cielo significa amor, Dios. María se identificó interiormente con Dios y alcanzó su plenitud. Este camino está abierto para todos.
La fiesta de la Asunción de María nos brinda la oportunidad de profundizar en el misterio de toda vida humana. Nuestro camino es ir hacia Dios, hacia dentro, esa es la meta y es la misma para todos.