“…Una de las virtudes básicas del predicador es la capacidad de escucha. Esta escucha implica la atención empática o compasiva a las situaciones concretas de las personas: sus búsquedas, sus inquietudes, sus necesidades, sus preocupaciones y sus sufrimientos más profundos.
Implica también el conocimiento de la comunidad a la que se ha de anunciar el mensaje evangélico y sus inquietudes: las cuestiones más disputadas, los problemas más sangrantes, las quiebras de humanidad más sentidas, las agresiones más peligrosas a la dignidad de las personas y a los derechos humanos.
Implica también una lectura atenta de los signos de los tiempos, para discernir qué valores de la cultura ambiental representan verdaderas “semillas del Verbo” y son compatibles con el Evangelio, y que antivalores son negación radical del Reino de Dios y su Justicia. Esta escucha debe prestar especial atención a los clamores que brotan de los pobres y las víctimas pidiendo justicia, igualdad, respeto a la dignidad humana, pidiendo pan, vestido, vivienda, educación, salud…
Si falta esta escucha, es muy difícil colocar oportunamente el mensaje evangélico en la experiencia humana de los oyentes. Es preciso escuchar antes de predicar…
Clavar el mensaje evangélico en el centro de la experiencia humana significa anunciarlo de tal forma que la vida del oyente se vea afectada en lo más profundo y determinante de su existencia por el Evangelio de Jesucristo.”
Felicísimo Martínez OP. “Ve y Predica”
Queridas hermanas, os deseamos una Feliz Celebración de los 800 años de la Pascua de Nuestro Padre Santo Domingo. Sigamos su ejemplo, escuchando los clamores de nuestros pueblos y anunciando el Evangelio de tal forma que nuestro pensar y actuar revelen cada día más al Señor Jesús.
Con cariño, las Hermanas del Consejo General