La madre de dos discípulos se acerca a Jesús a pedir que sus hijos se sienten uno a la derecha y otro a la izquierda.
Nos recuerda las pretensiones de poder que hay en cada persona. No es fácil servir a los demás sin esperar nada cambio.
En ocasiones usamos la religión para escalar puestos, para estar por encima de los demás, para mejorar nuestro estatus social.
Todo poder, riqueza y honor tiene su valor si es desde la actitud de humildad, abajamiento y para el servicio, desde la entrega generosa a los hermanos sin esperar nada a cambio. Recordemos que Dios es pura gratuidad.
Santiago y Juan pretendían alcanzar el poder aprovechando la cercanía que tenían con Jesús. Jesús les ofrece una alternativa a ese mismo poder, EL SERVICIO.
La necesidad de estar por encima de los demás es signo de que estamos viviendo desde Nuestro falso yo. Podremos superar este deseo del ego si actuamos desde dentro hacia fuera, dejando atrás el deseo de aparentar.
Tenemos que sacar nuestra fuerza interior para actuar desde Dios. Esta tarea no es fácil, pero vamos aprendiendo desde nuestros fallos que nos llevan a ser cada vez más firmes y más fuertes para el bien.