¿UN MISIONERO CUALIFICADOO UN MISIONERO COMPROMETIDO?

“Seré dominico, ¡a la Virgen le gusta!”

Fr. Ramón Zubieta desarrolló su sueño de ser misionero desde muy joven. Su firme decisión superó incluso los consejos de su tía Catalina Les, que parecía preocupada por su nivel académico. Sin embargo, el P. Ramón Zubieta descubrió su espíritu misionero a lo largo del proceso de formación. Creía en el acompañamiento de la Virgen, al mismo tiempo que creía en sí mismo. Su primera experiencia misionera en Filipinas le llevó de alguna manera a darse cuenta de lo que es ser servidor de Cristo. No es fácil vivir en el compromiso de uno mismo por el Reino de Dios. El P. Ramón Zubieta luchó y defendió los derechos del pueblo, especialmente de los pobres. De este modo, se dejó enseñar por la gente que le rodeaba. Asimismo, en la selva peruana, conoció muchas más formas de vida, como la de los plantadores de caucho, la de los indígenas, la de los esclavos y la de los políticos de primera fila.

A través de nuestra imaginación, podemos imaginar lo ocupado e inquieto que estaba el padre Zubieta en el proceso de desarrollo de las selvas peruanas. A pesar de todas esas luchas, tenía tiempo para todo. Tenía tiempo para las hermanas que llevaba a la selva, tenía tiempo para consolar a los pobres y tenía tiempo para negociar con los políticos. También tuvo tiempo para dibujar mapas, construir carreteras e instalar líneas telefónicas y, sobre todo, tuvo tiempo para Dios. Aquí podemos ver al P. Zubieta como un misionero cualificado y comprometido. Se convirtió en lo contrario de lo que esperaba su tía Catalina.

Para ser sincera, son muchos los puntos que atraen mi admiración por el P. Zubieta. Uno de los ejemplos más concretos es su “Disponibilidad”. En medio del ajetreo, el P. Zubieta fue capaz de equilibrar su tiempo para todo.

Teniendo en cuenta nuestro estilo de vida actual, somos mucho más privilegiados que en el tiempo del P. Zubieta y de algunas de nuestras hermanas mayores. Pero, ¿cuál es la diferencia? A veces tendemos a priorizar nuestras cualificaciones en lugar del compromiso personal. No hay nada malo en ser un misionero cualificado, el problema es cómo ser cualificado en nuestro compromiso. Digamos que vengo al convento para convertirme en una hermana y, después de todo, no vivo de acuerdo con mi compromiso, entonces, ¿de qué sirve? Sólo soy una persona cualificada académicamente y no una cualificada seguidora de Cristo. Nuestros Fundadores, el Padre Zubieta y la Beata Ascensión, son los ejemplos concretos que nos han mostrado cómo equilibrar nuestra capacidad y nuestro compromiso. También admiro a nuestras hermanas mayores que llevan muchos años sirviendo en la misión. En su compromiso es donde encuentran la fuerza y la felicidad. Muchas veces me he preguntado: “¿seré fiel a mi compromiso?”. Sí. He fallado, estoy fallando y seguiré fallando a veces, pero creo en las correcciones de mis hermanas que me acompañan. Nadie es perfecto pero todos tenemos la posibilidad de luchar por nuestro compromiso. Todas podemos ser misioneras cualificadas y comprometidas si entendemos lo que es ser misionero.

Por: Themar

Juniora de la Provincia Reina de China

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