EN EL SILENCIO SUSURRAS A MI OÍDO, EN LOS PROBLEMAS LLAMAS A MI CORAZÓN
- Hnasmdro
- julio 19, 2021
- MZ_ESPAÑOL
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Creo que todas tenemos una inspiración en nuestras vidas a través de la vida y las experiencias de alguien. Una inspiración de alguien que, nos lleva a cada una de nosotras a alcanzar nuestros destinos.
Aquí voy a compartir con ustedes a alguien que me inspira, me enseña y me lleva a caminar en la senda de Cristo sin temor a seguir sus pasos con amor. Sí, es el Padre Ramón Zubieta. Me inspira con sólo escuchar la historia de su vida y las experiencias por las que ha pasado. ¿Cómo consigo la inspiración?
Hace cuatro años, en la casa de formación, nuestra madre general, la Hna. Raquel Gil nos visitó en Macao. Después de tres días de estancia con nosotras, nos habló de la vida de nuestro fundador, el Padre Ramón Zubieta, y me conmovió su explicación sobre esta imagen del Padre Ramón.
La vida en una nueva realidad
Desde el momento en que hizo su primera opción para ser Dominico Misionero, estuvo abierto a Dios y a sus hermanos, a las necesidades de los pobres. Esa apertura a la vida, al futuro, a los demás, le empujó siempre a caminar, colaborar, tomar iniciativas y comprometerse.
Zubieta nos recuerda a Abraham: “deja tu tierra, tu casa, y vete a la tierra que yo te mostraré”, “serás una bendición para ellos.” La vida es un movimiento permanente, una vida misionera que va preparando el camino, se construye y se concreta con la vida cotidiana en nuevas realidades, nuevos hechos sociales, nuevos tiempos; todo nos impulsa siempre a avanzar. La vida en caminos que cuestan, necesitan de una generosidad que se apoya en el Dios que va delante de nosotras. La vocación misionera se forma cada día en el trabajo, en las realidades cambiantes, en los nuevos encuentros que enriquecen y abren horizontes. En su vida podemos ver la tentación, el costo, el peligro y el sacrificio, todo esto lo siguió sin descanso hasta el final.
Hoy nos enfrentamos globalmente a esta nueva realidad de la vida. Me gustaría hablar de mi país, la India. Tiene 1.300 millones de habitantes. Hoy la India se encuentra en muy malas condiciones. Los médicos y las enfermeras están indefensos porque, es la primera vez que el oxígeno, los ventiladores y las camas de la UCI se convierten en algo ordinario y la India está luchando para proporcionar oxígeno, ventiladores y UCI a todas las víctimas del coronavirus.
Es una situación muy crítica en la que no podemos decir qué pasará mañana. Y la pregunta que surge en nuestras mentes es: ¿podremos ver una nueva vida? Este es un momento muy desafiante para todos nosotros. Este tiempo es un reto para que aceptemos el dolor de la pérdida de nuestros seres queridos y muchas personas se enfrentan al hambre, la falta de trabajo, la ansiedad y el miedo.
Nuestro Padre Zubieta siempre tuvo fe en Dios en tiempos de desafíos y dificultades. Entrega a Dios todas sus alegrías, molestias y sufrimientos. Nos recuerda la presencia de Dios en nuestra vida en esta condición.
Carta a las hermanas: escribe “No hablo de la oración de quietud, que es para espíritus contemplativos, tranquilos; mi alma, templada en los sufrimientos y en toda clase de tribulaciones, se contenta con unirse a Dios cumpliendo su divina voluntad, aun a costa de todos los sufrimientos; me contento con ver a Dios en todo y con actuar según sus designios con una fe ciega en él y en sus obras; dispuesto a dar siempre la vida por Dios y por la salvación de las almas que él redimió con su preciosa sangre. Mil veces he expuesto la vida a peligros inminentes, si Dios no lo ha aceptado y me ha sacado del fondo del Río, él sabrá por qué lo hace”.
Estas palabras de Monseñor Ramón Zubieta nos dan nuevas esperanzas y ánimos para soñar con un mundo mejor, para tener fe en Dios por el fin de esta Pandemia. También nos da una misión para rezar por las víctimas del virus mortal; para consolar y confortar a las miles de familias que han perdido a sus seres queridos. No perdamos la esperanza en Dios, como dice el Evangelio de Juan 14:1 “No se turbe vuestro corazón. Confía en Dios; y también confía en mí”.
Por: Priyanka Kumariya
Novicia de la Provincia de Santa María