Cuanta falta nos hace estas palabras en tiempo de pandemia. Cuando nos enfermamos nos damos cuenta que la salud y la paz son como las dos caras de una misma moneda. La paz profunda nos trae la salud y la salud nos da la paz.
Y Jesús dice ¡Basta que tengas confianza! ¿En quién? En nada ni en nadie que no esté ya dentro de nosotros. En nuestro verdadero Ser.
La confianza es la clave para la vida, confianza en nosotros mismo, confianza en el poder de Dios manifestado de muchas maneras.
La mujer enferma representa a los excluidos, se había gastado su fortuna buscando salvación. La religión más bien la excluye.
Ella sabe que tocar a Jesús, por su enfermedad, está prohibido por la ley. Sin embargo, saca fuerzas, no sin miedo, se acerca por detrás y lo toca. Tocar a Jesús no solo manifiesta la confianza en él, sino en sí misma.
El milagro se da sin que intervenga la voluntad de Jesús. Es la confianza de la mujer la que produce la curación. Darnos cuenta de esto es descubrir el milagro de amor y de vida que Dios ha puesto en cada ser.
Si ponemos atención nos daremos cuenta que todos los días suceden milagros en nuestras vidas cuando deseamos o buscamos algo con profunda fe y confianza.
“Toda la energía y vida está a nuestra disposición. Solo tenemos que dejar que fluya.”