Miren mis manos y mis pies: soy yo

La Buena Noticia Lc 24,35-48

En los evangelios vemos cuánto costó a los discípulos comprender que Jesús ha resucitado, pero esto es una garantía para nosotros. Porque nos da la certeza de que Jesús resucitó.

Los relatos no pueden ser tomados al pie de la letra, porque no hay una coherencia. En el primer evangelio en escribirse, San Marcos, no se habla de las apariciones, en Mateo que se escribió después se dice que se dejó ver por las mujeres. En Lucas y Juan que se escribió años más tarde se relata varias apariciones.

Hoy vemos a Jesús diciendo a los apóstoles: “esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes y ¿acaso en ese momento no estaba con ellos? Esto más bien indica que ahora no está con ellos físicamente, pero esta presencia es mucho más real que antes.  

El miedo de los apóstoles tampoco tiene mucha lógica, porque ya ellos estaban claros que había resucitado, ellos ya vivían la experiencia de su presencia.

El objetivo de las apariciones es decirnos que Jesús vive, pero no podemos imaginarnos con un cuerpo como antes de la muerte y con las mismas necesidades biológicas como comer, respirar…

Cuando ponen en boca de Jesús “tienen algo qué comer” tiene la intención de asegurarnos todavía más, que Jesús ha resucitado, pero a veces, mientras más pruebas se muestra se corre el riesgo de mal informar.

La maravilla de todo es que Jesús resucitó en un cuerpo glorioso, y que también nosotr@s resucitaremos.

Hna. Naroa Andino Granja

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