DE LA CRISIS A LA ESPERANZA

Desde el 18 de octubre del 2019, Chile vive una situación de crisis interna, cuya expresión más fuerte y agresiva se dio en el estallido social, nacido de frustraciones e inequidades acumuladas por años producto de un sistema económico y social de raíz neoliberal instalado desde los tiempos de la dictadura, y sostenido por la élite económica y política del país. Consecuencia de esto se ha generado una desacreditación de la institucionalidad, a nivel gubernamental, político, judicial, policial, económico y religioso. A esta situación hay que agregar las consecuencias criticas socioemocionales y económicas producto de la pandemia del Coronavirus, que ha afectado a todos los países por igual.

Indiscutiblemente Chile vive una crisis de proporciones, que se ve agravada por una élite política que no ha estado al nivel de la situación, predominando los individualismo, caudillismos e intereses personales y/o políticos, por sobre la búsqueda del bien común. Y como es natural, quienes resienten más fuertemente esta crisis son los sectores vulnerables del país, afectando directamente a los jóvenes quienes ven con mucha dificultad el futuro inmediato y lejano.

No está ajeno a esta situación de crisis la perdida de valores que logran aunar la identidad de país, en este sentido la debilidad, fragilidad de la Iglesia ha favorecido esta perdida de identidad nacional.

Chile es un país de paradojas, por un lado con una macro economía sólida y sostenida en los últimos años y por otro lado un país en donde hay los mayores índices de inequidad, pocos tienen mucho y muchos tienen poco.

Sin embargo, mirando este panorama sombrío, hay que destacar que se ha ido generando en los habitantes de Chile un profundo deseo de cambio estructural, una de las expresiones más claras y representativas fue el plebiscito que en un 80% de los votantes piden una nueva constitución para el país que asegure los derechos fundamentales básicos para todos y todas y permita una nueva institucionalidad que proteja el bien común. Es un potente despertar del sentido ciudadano

La próxima Convención constitucional será una gran oportunidad para expresar y soñar en conjunto el Chile que queremos y anhelamos. Hay que reinventar la patria, la nación, el pueblo chileno, incluyendo a todos los que formamos este país, mención especial requiere los diversos pueblos indígenas que deben ser reconocidos e incluidos en los diversos procesos de construcción, respetando sus originalidades y expresiones culturales, así como la diversidad de personas y opciones personales, en fin, ser verdaderamente un país inclusivo.

En este proceso es vital el aporte que debemos dar quienes trabajamos en educación, la propuesta educativa de las Hermana Dominicas del Rosario, apunta justamente a una formación integral y sólida en valores y contenidos, formando al nuevo ciudadano revestido de derechos y deberes.

La tarea es desafiante, pero hermosa y llena de esperanza, que de la crisis que estamos viendo surja un Chile más justo, más equitativo y solidario.

Daniel Lescot Jerez, Rector

Colegio Ascensión Nicol, Santiago, Chile

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