EL AMOR Y EL CARIÑO DEL PADRE FUNDADOR A LAS HERMANAS Y A LA CONGREGACIÓN

“La afectividad profunda en Mons. Zubieta esta expresada a través del recuerdo de las personas que están lejos o de las que debe separarse, a veces para siempre, como lo exigía entonces la opción misionera. Expresa el profundo dolor ante la muerte, o al ver sufrir a los demás. Entonces habla de “ánimo”, “serenidad”, “sacrificio”. Expresa también su afectividad en el gozo del encuentro, los buenos momentos compartidos, la esperanza de volver a verse para intercambiar alegrías y experiencias. Expresa Monseñor Zubieta su afectividad con la familia, los hermanos de la Orden, las hermanas, los amigos, los nativos, el país que le despide y el que le acoge.

“Yo cuanto más lejos y separado estoy de vosotras, más os quiero y más pido por todas.”

La afectividad fue parte importante de su vida, que por su entrega generosa, establece una relación que va más allá del mero deber u obligación cumplida. Mons. Zubieta goza en amar y sentirse amado, y lo expresa con gratitud. Es el don de la gracia de Dios, que trasciende y llega a través de otra persona, que fortalece y vivifica, y es tan profundo que es capaz de generar vida.”

(Pensamiento de Mons. Ramón Zubieta y Les, selección de textos sacados de sus escritos, Madrid 2011)

(Carta a Sor Catalina; Maldonado, enero 1918; L05 – E/95 – Pág.181)

“Yo sigo bien hasta ahora, aunque nunca faltan achaques propios de la edad y de los trabajos que tengo soportados, tanto materiales como morales, que son los que más acaban. Me dejo cuidar ahora; si es cierto que nunca tuve amor a la vida, que me importaba poco perder, desde que tengo entre manos la obra de las misioneras, deseo vivir hasta dejar terminada o asegurada la obra que tanto quiero, y que tanto me ha costado.

Las monjitas me cuidan aquí de tal modo, que me van a hacer enviciarme y adquirir delicadezas que nunca tuve. ¡Son ellas tan buenas, y están tan engañadas al creer que muerto yo, no estarían atendidas! Si creen que no habrá otro Vicario Apostólico que las quiera como yo las quiero, no se equivocan, pero cualquiera tendrá mejores cualidades que yo…”

(Carta a Sor Catalina; Maldonado, enero 1918; L05 – E/95 – Pág.181)

Compartir esta publicacion