MADRE ASCENSIÓN NICOL

24 de febrero

Bajo este eslogan, un 24 de febrero, los alumnos y profesores del Colegio Stella Maris, animados por el equipo de pastoral, reflexionaron sobre las siguientes experiencias vitales que hoy compartimos:  

Experiencia: “SUEÑA”

Madre Ascensión compartía con las demás hermanas del convento de Santa Rosa (en el que estuvo desde los quince años hasta su viaje a Perú), sus deseos de acercarse a los hermanos más necesitados, aun en lejanas tierras, cuyas noticias les llegaban a través de las revistas misioneras de la época. Soñaba con hacer algo por los demás, soñaba con entregarse a aquellos que más la necesitaban.

Experiencia: “DISFRUTA”

Madre Ascensión está feliz en la misión, su “preferencia por los sencillos” le llena de alegría. A los pocos días de llegar a Maldonado, abren el Colegio con las niñas del poblado. Pero el Proyecto en el cual están colaborando, era más amplio; deberían abrir el internado para recibir en él a las niñas más pobres y dispersas por la selva. Enseguida empiezan a llegar enfermos graves pidiendo ayuda y, las hermanas, con poco que ofrecerles, también abren su casa para acogerlos mientras encuentran otras soluciones. Ellas mismas salen a visitar a los enfermos y llevarles algún remedio. Disfruta enormemente de su trabajo, de su entrega, de la ayuda que da a los que más la necesitan.

Experiencia: “VIVE DESDE EL CORAZÓN”

Madre Ascensión fue profundamente humana. Supo desplegar todo su amor hacia los demás. En una ocasión, al hablar sobre sus cartas comento: “No sé escribir con la cabeza, en cuanto cojo la pluma empieza a hablar mi corazón.”

Experiencia: “RESPETA”

Las hermanas misioneras fueron recibidas por la gente con muestras de alegría y cariño, pues del encuentro con los misioneros tienen experiencias muy positivas; aparte del apoyo para superar sus dificultades, los misioneros siempre están de su lado en la lucha por la libertad, contra aquellos que les explotaban.

Experiencia: “PERDONA”

Madre Ascensión, siendo ya superiora, no tenía inconveniente en pedir perdón o disculpas cuando creía que se había equivocado. Decía a sus hermanas “El error cometido hay que olvidarlo y dar siempre otra oportunidad. El verdadero amor olvida y ese debe ser nuestro esfuerzo.” Para Madre Ascensión sólo había una actitud clara: el perdón, la comprensión más amplia y el olvido.

Experiencia: “HAZ EL BIEN”

Antes de iniciar el viaje hacia América escribe a Monseñor Zubieta diciéndole aquel 12 de octubre de 1913:

“Llevo en la vida de la enseñanza veintiocho años y puedo asegurarle que siempre ha sido mi único deseo hacer el bien, porque tarde o temprano la semilla se recoge. Por eso deseo llegar a esas lejanas tierras donde apenas se conoce a Dios y seguir sembrando el bien.”

Experiencia: “AFRONTA LOS MOMENTOS DIFÍCILES”

Madre Ascensión sale hacia la selva, en una primera expedición de tres hermanas. La noticia suscitó admiración en Lima, pues nadie se atrevía a realizar tan largo y arriesgado viaje, por tan malos caminos, y adentrarse en la misteriosa selva, y menos aún mujeres. Había que atravesar la Cordillera de los Andes y luego navegar por los inmensos ríos.

Experiencia: “VIVE CON ALEGRÍA”

Madre Ascensión encuentra que Dios está presente en esa inmensa selva, entre los pobres, y los grandes sacrificios de esta nueva vida carecen ya de importancia en comparación del gozo y alegría de su nueva vida misionera.

Experiencia: “DA GRACIAS Y CELEBRA LA VIDA”

Madre Ascensión siente que Dios está en “el camino”. Con Él, dialoga en los días de viaje en barco, en mula, en canoa, al descubrir los encantos de la Cordillera de los Andes, o encontrarse con la impresionante belleza de la selva. Sobre todo, experimenta el encuentro con Dios en las niñas que llegan de la selva, en los enfermos que hay que atender, en las mujeres que viven de forma diferente a lo que ellas habían conocido. La experiencia de Dios es tan fuete que ella dice: “No puedo explicar lo que el alma siente… Nunca me he sentido tan cerca de Dios como en mis dieciséis meses de montaña”.

¡FELIZ DIA! PARA CADA UNA DE LAS HERMANAS DE LA CONGREGACIÓN

Comunidad del Colegio Stella Maris, Madrid

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