Las lecturas de este domingo al igual que las del anterior nos invita a liberarnos, desde la confianza plena en el Dios de la vida. Pablo dice: “Siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos, para ganar a los más posibles. Me hecho débil con los débiles para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, como sea, a algunos”.Todo por Dios.
En el evangelio, vemos a la suegra de Pedro sumida en el sufrimiento, en el anonimato. Jesús se le acerca, la mira con cariño, la toma de la mano. El contacto visual y físico reanima el alma. La mujer se levanta (estaba postrada). Jesús la ennoblece, la hace sentir persona valiosa, importante, querida. Y a veces eso basta para que se nos quite la “fiebre”.
La mujer retoma la confianza, pierde todo miedo y se pone a servir. Jesús cura para que nos pongamos a servir. La mujer no tiene nombre porque representa a todos, hombres y mujeres que necesitamos dejarnos mirar y tocar por el amor de Dios.
Lo que nos cambiará es la conexión con lo divinidad que hay en nosotr@s. El quedar impregna@s de Dios, es cuestión de un instante.