“Cuando yo encomendaba mi alma a Dios y me despedía del mundo, me vi sentado sobre la canoa, sin poder comprender todavía cómo pude realizarlo”
“En mi angustia grité a Yahvé, pedí socorro a mi Dios; desde su templo escuchó mi voz, resonó mi socorro en sus oídos” (Sal 18, 7)
Desde lo hondo grito a ti Señor, desde el dolor y la impotencia. Sumergido en las aguas del río Coñec el remolino me envuelve con su fuerza. Pienso en mi interior ¿Qué será de los nativos víctimas de tantos abusos? ¿Qué será de nuestras misiones? ¿Qué será de nuestra querida Amazonía? La mirada de Fr José, despidiéndose y pidiéndome que lo absolviera no la olvidaré jamás Ofrendó su vida en las aguas del amazonas y su cuerpo fue acogido por el vientre de esta tierra sagrada. La torrentada nos arrebató a nuestros mejores compañeros de travesía. Pero tú Señor, me rescataste, me salvaste de las aguas profundas, me tomaste de la mano y me devolviste a la vida. Mi corazón dolorido te alaba agradecido.