Te alabamos, Padre bueno porque amas a tu pueblo, y revistes de gloria a los humildes permitiéndoles colaborar en tu Reino. TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR… Te damos gracias, Señor, por M. Zubieta, misionero, elegido según tu corazón en quien pusiste el Espíritu para ser luz en la Amazonia, y voz clamando por tu pueblo. Bajo su dirección e impulso la evangelización fue integral, porque en su corazón cabían todos, cada uno con sus necesidades, que atendía hasta en los mismos detalles. Cada uno con su aporte y su trabajo se sentía integrado en el Proyecto; hombre y mujer, nativo y misionero, trabajando por la vida, la Iglesia, el Reino. Gracias por M. Zubieta la persona, que siguiendo el ejemplo de Jesús, superó las visiones limitadas que minimizaban el papel de la mujer; valorando su aporte incuestionable, para un cambio familiar y social, estable. Convencido de que solo la mujer podía ayudar a la mujer nativa a salir de la opresión y postración en que esta sociedad la mantenía, la convirtió en agente activo y firme, de una sociedad que pretendía. Gracias Señor, por este hermano y Padre, que no impuso sus ideas y proyectos, que empezó por contagiar el ideal, y compartir el camino misionero. Que supo acompañar a las hermanas en los momentos importantes de su vida, para que fueran protagonistas de su historia, organizarse, crear y caminar unidas. Gracias, Señor, por todos tus regalos, por M. Zubieta, don primero, que en la Congregación fue Padre bueno, junto a las hermanas que el camino abrieron. Te alabamos, Padre Bueno, porque amas a tu pueblo, y nuevamente nos llamas a trabajar en tu Reino.
Hermana María Aránzazu Ladrón de Guevara Guatemala