En la Palabra había Vida y esa vida fue luz para todas las personas. Llegamos a ser luz en la convivencia, en el encuentro con los demás, en el camino de la vida. Jesús fue luz, viviendo.
Primero es vivir, y en este proceso vamos descubriendo el camino espiritual hasta encontrarnos con Dios. Sin la vivencia no es posible comprender a Dios.
Jesús como hijo de Dios reprodujo lo que es el Padre. A Jesús se le descubre que es su hijo porque actúa como Dios, más no porque se conocía su naturaleza divina. A Jesús se le descubre su divinidad en sus acciones. A esto estamos invitados todos: a nacer de Dios y actuar como hijos verdaderos.
Y la Palabra si hizo carne. Aquí se nos muestra una nueva forma de presencia de Dios entre nosotros. Ya no en el templo, ni en la tienda de encuentro, ni en la altura de la montaña, ni en la brisa suave, se encarnó en Jesús y ahora en cada uno de nosotros.