Padre bueno, Dios de Amor
hoy te damos gracias
por la vida de Ramón Zubieta.
Gracias por los dones que has depositado en él,
los cuales ha puesto siempre al servicio de la misión,
de los más pobres y abandonados.
A los 17 años escuchó tu llamada
y no dudó en seguir las huellas de Jesús,
pasando por la vida haciendo el bien.
El Espíritu fue su fortaleza en los momentos difíciles:
En los 18 meses de prisión y torturas en Filipinas,
en la dureza de la vida en Maldonado,
en los inicios de la Congregación.
Gracias, Señor, por su vida de entrega y servicio.
Por ayudarle a estar siempre abierto a lo nuevo y diferente:
Nuevo continente, nueva cultura, nueva lengua.
Recorriendo difíciles caminos y ríos peligrosos
a golpe de latidos de amor.
Gracias por motivarle a servir
a los más alejados y necesitados,
esforzándose permanentemente
por cambiar sus condiciones de vida.
Gracias, Señor, porque le ayudaste
a entrar en la vida y en el corazón de los demás
con cercanía y ternura.
Porque al sentirse limitado
para realizar la misión con eficacia,
salió a la buscaste mujeres arriesgadas,
valientes, sacrificadas y con entrañas de misericordia.
Junt@s hicieron posible Tu sueño
de fundar nuestra Congregación.
En la Pascua de Ramón,
l@s que continuamos en la brecha, decimos:
Padre bueno, Dios de Amor, escucha nuestra plegaria.
Danos mucha fortaleza en nuestra entrega diaria,
no permitas que el cansancio nos pueda desanimar
ya que muchas personas nos pueden necesitar.
Gloria al Padre que nos Ama,
a Jesús que nos Salvó
y al Espíritu Santo presente en esta nuestra misión.
Hna Dolores Priede