Señor de todas las sendas,
todas te pertenecen,
todas nuestras huellas
te son conocidas y amadas
Nuestras cruces y luces,
encrucijadas y estaciones.
Hoy transitamos por la cruz,
y tú acompañas nuestra peregrinación,
Incertidumbres y noches.
Tú enciendes una luz
en la estación del confinamiento,
para seguir caminando.
Fortalece el corazón de quienes
viven la estación de la muerte,
del hambre y la vulnerabilidad.
Sé aliento para los que padecen
la estación de los gobernantes injustos,
de los que crucifican al pueblo
con sus políticas laborales.
Una vez más te nos muestras
en las mujeres, en las líderesas
que gobiernan con empatía y compasión.
Señor, tú alivias la cruz de los Cireneos
de nuestros hospitales,
de los custodios en las calles.
Nos anticipas la esperanza
de un camino con horizonte.
No vamos solas,
caminamos contigo y con toda
la humanidad anhelante
de salud y salvación.
Señor, tú eres el camino
La meta, la omega.
Nos cobijamos confiadas en tu regazo.
Fija nuestros ojos en ti,
que el regalo de la libertad nos conduzca
al camino de la vida,
que nuestros caminos sean los tuyos,
que estén pletóricos de sentido
y fecundidad.
Aún en la soledad y la aridez
nos colmas de confianza y paz.
Es tan breve el instante de la vida,
que cada minuto no sea en vano,
que tu Espíritu nos transforme
para dejar una estela de luz,
en esta tierra amada,
que la sed del abrazo del Padre
anticipe nuestro anhelo
de comunión
con todo ser viviente,
con todo corazón herido,
con todo hijo e hija de Dios.
Amén.
(Jacqueline Sothers, MDR)