Señor de la vida en abundancia, tú eres la puerta del redil, eres el presente y el futuro, cruzas el umbral y todo se ilumina. Tu voz, cálida y amiga. Tu voz resucitada y resucitadora. Tu tono inconfundible. Te acercas, y saltamos de alegría nos llamas por nuestro nombre, te pertenecemos conoces nuestra historia, nuestros extravíos y aciertos, nuestros abismos y cumbres. Somos tus ovejas, queremos ser de las tuyas. Agudiza nuestros sentidos. Si cruzamos tu puerta ensanchas nuestro horizonte, amplías nuestra esperanza, y nos invitas a seguirte. Intuimos tu voz nos señalas el sendero eres la ruta segura, tú eres el camino, la verdad y la vida en plenitud. Tú eres la puerta, en ti podemos entrar y salir, entrar al espacio sagrado donde tú nos habitas… y salir liberadas y comprometidas. En ti encontramos el alimento para seguir peregrinando. Sólo tú sacias nuestra sed de amor y paz. ¿A quién más podríamos seguir, si sólo tú tocas nuestra raíz y nos llamas desde la hondura de nuestro ser? Líbranos de los ladrones que quieren robarnos el alma, de los cantos de sirena que nos hacen perder el norte, de los falsos líderes que nos alienan y esclavizan. Líbranos de apacentarnos nosotras mismas. No permitas que los poderosos devoren a tu rebaño, que el hambre se instale en los hogares, que el miedo nos vuelva insolidarias Pastor de nuestra humanidad herida, Cúranos y confórtanos, Aliméntanos y cuídanos Haz brotar los gérmenes de vida plena en cada hogar, pueblo, país. Queremos cruzar el umbral contigo, Porque en ti está la fuente de la vida y sólo en tu luz podemos ver la luz. (Jacqueline Sothers, MDR)