Señor de la Vida en plenitud, Traspasado y resucitado, Amor hasta el extremo,Esperanza inclaudicable.
Hoy de rodillas y con el corazón roto acogemos tu resurrección, ¿Cómo gritar de gozo? si sólo nos brota una plegaria que brota desde lo hondo. Gritamos porque nos desborda la muerte y el sufrimiento de nuestra humanidad, porque nos sentimos impotentes y frágiles, porque tenemos miedo.
Pero sabemos que tú nos abrazas y consuelas, no queremos buscarte entre los muertos, porque tú eres el Viviente. Levántanos, regálanos tu paz.
Nos cuesta este dura Pascua, nos cuesta atravesar el desierto, nos cuesta que el grano de trigo tenga que morir para dar fruto.
Sólo en ti podemos salir de nuestro repliegue y encierro. Sólo tú puedes llenar de luz nuestro corazón, sólo tú les das sentido a nuestro confinamiento y en el sentirnos libres y amadas.
Envíanos resucitado a proclamar que la muerte no vence, que tú estás dando la vida en el personal de salud, en todas las personas que nos tejen con su servicio y que exponen la vida como tú.
Tú estás en la mano que sostiene al moribundo, en el silencio de una súplica, en la fraternidad que se va tejiendo con tus hilos de resucitado, en la tierra que se renueva.
Gracias Jesús por recordarnos que no somos el centro, que tú eres el horizonte, nuestro alfa y omega, principio y fin de todas las cosas. Ayúdanos a resucitar contigo, que tus llagas nos curen y purifiquen nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza.