Sin alarmarnos y sin que se nos reste fe, tenemos que ir aceptando que los relatos de la infancia de Jesús, no son hechos históricos sino teología, es decir una forma de hablar de Dios. Los que escribieron los evangelios (Evangelistas), no conocieron nada de la infancia de Jesús, porque Jesús nació y vivió junto a sus padres como todos los niños de su época y de su pueblo. Sólo después de la vida pública y sobre todo después de su muerte, sus seguidores comienzan a poner mayor interés en Jesús. Lo primero que se anunció y se escribió fue la experiencia de la muerte y resurrección de Jesús. Más tarde se escribe sobre la infancia para que comprendamos mejor quién fue Jesús.
A lo largo de la historia, en varias culturas se han escrito relatos de alrededor de cuarenta personajes anteriores a Jesús, donde se dice que han nacido de madre virgen. Esto para mostrar la importancia del personaje.
En el Antiguo Testamento, el nombre es el resumen de lo que va a ser una persona. Su nombre es Emanuel “Dios con nosotros”. Los males de Judá, se atribuía a la ausencia de Dios. Su presencia haría que las cosas vayan bien. Jesús no es solamente como los otros enviados, Jesús es hijo de Dios porque imitará en todo a Él, su Padre. Pero José es el centro del relato, hombre bueno, Israelita auténtico, temeroso de Dios y cumplidor de la ley. Algunos teólogos señalan que José simboliza el judaísmo fiel al Antiguo Testamento y María la nueva comunidad, el cristianismo. Es la fusión de lo Antiguo y lo Nuevo.
Nuestra tarea, una vez más, será descubrir el Espíritu de Dios que ya tenemos dentro, y dar a luz, es decir asumir esa realidad y manifestarla con nuestras acciones para que los demás lo sientan.