Jesús luchó contra toda clase de poder y se hizo el menor de todos, sabiendo esto no podemos seguir hablando de Jesús como rey del universo. El letrero que le puso Pilato fue para burlarse de Él. Las autoridades, los ladrones, el pueblo piden a Jesús que muestre su poder, que baje de la cruz, y no lo hizo, no cayó en la tentación del poder.
Lo que Jesús predicó fue el “Reino de Dios”, nunca se predicó a sí mismo, no buscó nada para él. Jesús no tiene un reino, Dios es el Reino, y el Reino de Dios es sin poderes, sin fuerza ni dominio más que el amor. Jesús condenó toda clase de dominación, y no sólo al que somete, sino al que se deja someter. Y esto no debemos olvidarnos para no sólo acusar a los que dominan, sino hacer un camino de toma de conciencia y de liberación con los que se dejan oprimir, porque no hay opresor sin oprimido. El rendir homenaje a los poderosos trae su recompensa, pero perdemos nuestra dignidad.
“El reinado de Cristo es un reino sin rey, donde todos sirven y todos son servidos.” Jesús será rey del universo, cuando la paz y el amor reinen en nosotros y en toda la creación. Jesús nos quiere seres humanos completos, reyes, libres, capaces de manifestar lo divino. Porque si nos dejamos oprimir, en cuanto haya oportunidad también seremos opresores. Ojalá todos seamos reyes que no nos dejemos oprimir por nadie ni nada. Jesús fue Rey porque descubrió lo que había de Dios en él y lo vivió a plenitud. También nosotros estamos invitados a descubrir a Dios en el corazón y a vivir como vivió Jesús.