La fe se tiene que transformar en confianza. Aunque suene raro, el secreto está en confiar en nosotros mismos, pero sólo por lo que hay de divino en lo más hondo de cada uno.
“Auméntanos la fe”. La fe nadie lo puede llenar desde fuera, tiene que crecer desde dentro, como una semilla. La fe es un don de Dios y ya nos ha dado a todos. Toda la fuerza de Dios está ya en cada uno de nosotros. Si tenemos confianza podremos desplegar toda esa energía. Seguir pidiendo a Dios es creer que aún no nos ha dado y que necesita de nuestros ruegos para concedernos ese don.
La fe es una actitud personal, fundamental y total que nos lanza a la vida. Confiar en lo que realmente somos, (amor) nos da la libertad para desplegar todas nuestras posibilidades. La fe es vivir a Dios y por lo tanto no está relacionado con la cantidad, lo mismo que el grano de mostaza, aunque pequeñito contiene la vida igual que las semillas más grandes. Así lo que de verdad importa es descubrir esa vida presente en cada uno (semilla = vida = Dios = Amor). Tener fe es tener confianza en Dios que ha creado todo y vive en todo. Tener fe es cuidar la vida, es abrirnos a la novedad que nos trae el SINODO, es recrear la vida desde lo más pequeño, es sentirnos hermanos y permanecer unidos a los más desprotegidos y necesitados, porque todos somos uno, como dice el Papá Francisco “todo está conectado”.
Hoy celebramos 101 años de vida de nuestra congregación “Misioneras Dominicas del Rosario”, seguimos confiadas en Dios, en su amor; atentas y dispuestas para acoger y caminar junto a los más desprotegidos, acompañando nuevos rostros y escuchando los gritos que claman justicia.