El llamado que Jesús hace es a todos, a la multitud y lo hace personalmente si uno quiere, así mismo la respuesta es personal. Si decidimos caminar con Jesús tenemos que ir en esa dirección y no en otra. Todos estamos llamados a la misma meta, el amor, la plenitud.
Jesús presenta 3 exigencias:
POSPONER LA FAMILIA: la base del seguimiento es el amor, y no está reñido con el amor a la familia, más bien seguir a Jesús nos enseña a amar más y mejor a nuestros padres. El problema está cuando la familia es obstáculo para el seguimiento.
CARGAR CON LA CRUZ: el seguimiento tiene sus dificultades, una vida coherente exige un esfuerzo diario. En ocasiones hay que remar contracorriente. Cargar la cruz es superar todos los obstáculos de la vida con amor y alegría.
RENUNCIAR A TODOS LOS BIENES: casi siempre la acumulación de riquezas es a costa de otros seres humanos. Lo que tengo demás al otro le falta.
Pero el seguimiento no consiste en una renuncia, es decir, en algo negativo, en sufrimiento; se trata de una oferta de felicidad. No es una exigencia de Dios, sino un grito de lo más profundo de nuestro ser, un grito corazón, de nuestra esencia que reclama ser lo que somos (amor). “Descubierto el tesoro, todo lo demás pierde sentido”. (Rodriguez).